La reina de Ichnusa by Óscar Hernández-Campano

La reina de Ichnusa by Óscar Hernández-Campano

autor:Óscar Hernández-Campano [Hernández-Campano, Óscar]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Policial, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2022-04-01T00:00:00+00:00


* * *

Llegamos a Orgosolo pasadas las dos de la tarde. Quedé maravillada por las decenas de murales que adornan los muros del lugar. Casas, almacenes, bares, farmacias… Admiré los dibujos, las escenas reivindicativas, los retratos de mártires que gritan desde el silencio de una pared pintada. Contemplé escenas pastoriles, rurales, sociales, y mensajes de claro contenido político.

Las calles se adaptan a la montaña, sus casas se recuestan unas sobre otras y los murales colorean con lemas, promesas y recuerdos las vidas de sus gentes. Muchas de aquellas pinturas tenían más de treinta años y provenían de los días terribles de sangre y fuego, cuando la muerte segaba con ambas manos. Aquellas paredes debieron de ser pintadas por los mismos jóvenes, niños quizá, que honraron a sus muertos y transformaron las lágrimas vertidas por madres, hermanos o amigos en pintura. Contemplé los rostros nunca olvidados de muchachos que soñaron con una victoria y una libertad que entendían les había sido robada. Caminé por calles donde las paredes narran las hazañas de los héroes caídos, las gestas de los mártires, los lemas repetidos durante siglos, transmitidos de padres a hijos, memorizados desde la cuna para recordar que luchan contra el invasor.

—«Furat chie venit da e su mare» —⁠⁠leí en voz alta las palabras de un mural en el que se veía el mapa de Cerdeña y varios nuragas imponentes bajo un cielo azul luminoso que invitaba a pensar en la isla como en una especie de paraíso ideal, como en un edén perdido o una arcadia feliz.

—«Roba quien viene del mar» —⁠⁠me tradujo Cadeddu⁠⁠—. Es un dicho popular de la Barbagia. No les gustan los extranjeros.

—Cartagineses, romanos, suevos, musulmanes, aragoneses, catalanes, españoles, italianos… Todos los invasores llegaron por mar. ¿De verdad los sardos se sienten así? Dígame, agente Cadeddu, usted es de aquí…

—Bueno, no lo sé. Soy cagliaritano de toda la vida. En la ciudad es diferente. Pero Cerdeña es eminentemente rural. Supongo que las crisis económicas tienen mucho que ver en esa manera de pensar, aunque usted es la historiadora.

—Estos murales hablan de sentimientos, agente Cadeddu. La historia no explica qué pensaba el joven que pintó esas palabras. Nos dice solo cuándo, cómo y dónde, aunque el porqué es lo que hace que los historiadores se peleen entre ellos.

Recordé a mi padre. Era de un pueblo de la zona. Quizá él habría pintado alguno de esos murales que me fascinaban y me intrigaban. Nunca lo supe porque nunca le presté suficiente atención. Sentí que había perdido mucho tiempo y la herencia de mi familia. Sus recuerdos, sus emociones, sus vivencias. Apenas sabía nada de su infancia. Solo los porqués, pero no el cuándo, el cómo, el dónde…

Las calles estaban desiertas. El sol agostaba aquellas tierras y los aldeanos se refugiaban en la penumbra de sus hogares. Aparcamos en una plaza que se asomaba al Supramonte, al macizo montañoso que había visto derramar tanta sangre y donde los pastores estarían cuidando sus rebaños, en una zona más fresca, con abundantes pastos,



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